jueves, 13 de noviembre de 2014


¿Perfeccionista? Cómo evitar la insatisfacción de nunca acabar  Clarin Digital  EntreMujeres

  Con tal de hacerlo todo bien, el perfeccionista vive en continua insatisfacción. Se siente juzgado y criticado tanto personalmente como por los demás, lo cual le impide lograr la felicidad que busca toda persona. Y esto es considerado un problema cuando interfiere en la vida cotidiana o en las relaciones de la personas.

Algunos especialistas creen que el perfeccionismo nace en nuestra infancia. Las presiones familiares, personales y sociales hacen que algunas personas se esfuercen muchísimo por todo y vivan preocupadas por sentimientos de culpa. Más allá de su causa, desear hacer todo perfecto puede resultar muy perjudicial

Perfeccionista, esa persona que se exige para alcanzar objetivos demasiado altos… Casi inalcanzables. Querer alcanzar nuestras metas o mejorar nuestro rendimiento no es lo mismo que ser perfeccionista. De hecho, fijarnos objetivos y querer superarlos nos ayuda a rendir de forma más efectiva. Las dificultades vendrán si esas expectativas son tan elevadas que se hacen imposibles de cumplir y comienzan a afectar su vida cotidiana o en la vida de la gente que la rodea. Una persona lucha por alcanzar modelos de perfección, pero al mismo tiempo somete a otras a estos estándares altos.


Querer hacer las cosas lo mejor posible y tratar de mejorar es algo positivo, pero no permitirnos cometer errores puede llegar a ser un problema

¿Cómo puede afectar la salud?




Estas ansias por hacer “todo bien” puede traernos problemas físicos como ansiedad, úlceras, dolores de cabeza o calambres estomacales. El perfeccionista negativo presenta ideales inalcanzables, pensamientos de desvalorización y una falta de habilidades para la superación.

Con el tiempo, este tipo de personalidad puede desarrollar la creencia de que no hay nada que pueda hacerse para mejorar la situación. Si estos sentimientos persisten durante un largo periodo y llegan a ser lo suficientemente graves, podría sobrevenir una depresión.

Todo o nada: no hay Plan B

Una de las ideas que más inquietan a los obsesivos es su perseverante búsqueda de perfección. Su nivel de exigencia hacia los demás, les hace pensar que nadie podrá hacer las cosas tan bien como ellos, por lo que esto se convierte muchas veces en un problema en los vínculos con los demás, ya que la exigencia puede llegar a cansar a los otros.

Todo o nada, no pueden evitar pensar en términos de blanco o negro. Al ser demasiado absolutistas se olvidan de los grises que quedan en el medio. Allí asoma, su tendencia a la rigidez. Controlarse a sí mismo y a las situaciones es su meta y eso hace que se sientan seguros en ambientes predecibles y que les brinden la seguridad de que siempre podrán manejar la situación.

¿Cómo son? Radiografía de un perfeccionista

El perfeccionista posterga hacer lo que tiene que hacer porque busca que todas las cosas estén en su lugar, necesita mantener el control de todas las cosas. Normalmente, buscará hacer más de lo que puede hacer y es probable que desarrollen obsesiones. La perfección supone una sobre-exigencia y conforma -muchas veces- un sufrimiento, porque las expectativas que se impone son excesivas y muchas veces fuera de la realidad: se marcan metas tan elevadas que finalmente no pueden alcanzar.

Veamos sus rasgos:

-Tienen excesivo autocontrol emocional.

-Baja autoestima: buscan siempre la aprobación de los demás.

-Piensan y dudan demasiado, dan demasiadas vueltas.

-Siempre quieren tener la razón.

-Las expectativas de ellos mismos y de los demás son poco realistas.

-Tienen miedo a la desaprobación, el fracaso y a cometer errores.

-Tienen muy alta sensibilidad a la crítica.

-Presentan dificultades para tomar decisiones.

-Suelen fijarse más en lo que falta que en lo que tienen.

-Sufren por el estrés.



¡Aflojate!

-Aceptá. Es el primer paso para hacer autoconsciente tu perfeccionismo. Aceptar significa asumir la responsabilidad.

-Reconocé. Los errores son inevitables y están para aprender de ellos.

-Afrontá. Enfrentá tus miedos y tus errores.

-Bajá la ansiedad. Tené expectativas razonables, esto implica reconocer tus limitaciones.

-Enfocate. Prestá atención al proceso y no sólo al resultado. Evaluá el éxito no sólo en función de lo que se ha logrado sino también en función de lo que ha disfrutado haciendo la tarea.

-Relajate. Intenté tomarte las cosas menos en serio, aprendé a relajarte y adoptá un enfoque más alegre de la vida. Tu vida es un suceso de aprendizajes.

-Dejá de obsesionarte. ¿Es esto realmente importante? Dá unos pasos hacia atrás para obtener una mejor perspectiva de la situación.


Lucila Guttman, coaching ontológico de salud y bienestar.



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